En mi tablet puedo albergar todas las colecciones de libros que ya no caben en las estanterías de mi casa, cientos de ellos en un mínimo espacio, y es una realidad que en los últimos años, las descargas de libros en formato digital se han incrementado o al menos lo habían hecho hasta ahora. Los últimos estudios sobre nuestros hábitos de lectura reflejan una nueva tendencia que se está reorientando de nuevo al formato tradicional del libro en papel. El que huele a tinta y que puede sujetar entre sus páginas pétalos de flor, notas de amor y antiguas fotografías a modo de punto de lectura. Libros que podemos abrazar, envolver para regalo y a los que les escogemos un lugar destacado entre nuestros recuerdos. Ese es el tipo de libro que vuelven a preferir los lectores.

Hace varias décadas, algunos visionarios, antropólogos contemporáneos vaticinaban el fin de la literatura impresa para dar paso a la era digital, pero el tiempo ha demostrado que se equivocaban. Sin despreciar la nada desdeñable cifra de descargas anuales de archivos en EPUB, EBOOK, PDF u otros formatos, lo cierto es que no ha logrado —a pesar de que son más económicos—  sustituir o relegar al formato en papel a un agonizante rincón del olvido.

Este invierno se han regalado muchos libros, la adaptación de los relatos a guión cinematográfico —como el caso de “Palmeras en la nieve” o elm propio INFERNO de Dan Brown, previsto para octubre de 2016— sin duda ha contribuido a despertar un nuevo apetito por la lectura con posibilidades audiovisuales.

Es cierto que se han cerrado muchas librerías, pero también se han abierto otras. Utilizando un apelativo actual, se han “reinventado”. Han ofrecido visionados de filmoteca, servicios de cafetería, asesoramiento especializado, presentación y firmas de libros, narración de cuentos, club de lecturas, talleres de iniciación a la escritura, o reuniones coaching…, entre otros.

En la entrevista del pasado 4 de enero para el Periódico al propietario de la librería PLÉYADE (barrio de Sant Gervasi), el librero Salvi Rosich Ubiñana reconoce que dedica seis horas diarias a la lectura —cuatro libros a la semana— para poder ofrecer sus títulos con la convicción de quien sabe de lo que está hablando y con el entusiasmo propio de transmitir emociones culturales. Él mismo reconoce: “es muy enriquecedor comentar y compartir”. El Sr. Rosich ha detectado una mejoría en ventas desde el año pasado, un pequeño repunte, sobre todo en la novela policíaca y de intriga. Recomienda el libro: “Adiós en azul”, de John D. MacDonald editorial: Libros del Asteroide.

Ese mismo día el rotativo de La Vanguardia publicaba una lista de los libros más esperados del 2016. Se trata de libros traducidos al castellano y que proceden de lugares como Bielorrusia, Nigeria, Japón, Dinamarca, Francia, Italia, Estados Unidos (entre otros), autores como Jonas Jonasson, Svetlana Aleksiévich, Claudio Magris, Fleur Jaeggy (algunos de ellos premios Nobel de literatura).

El Gremi de Llibreters de Catalunya publica su barómetro sobre la actividad de las librerías, algunos de los datos más relevantes, arrojan cifras que son cada vez más alentadoras para el sector del libro: La producción diaria es de 675.000 ejemplares, de los cuales se venden 421.000 libros. De cada 100 libros publicados, 23 son digitales y 74 en papel. Según el [INE] Instituto Nacional de Estadística, por cada 100 ejemplares vendidos, se han tenido que producir 160 y 6 de cada 10 ciudadanos leen libros.

2016 promete por lo tanto ser un año de felices y amenas lecturas. El periódico El País de 3 de enero propuso el siguiente título: “EN DEFENSA DE LAS LIBRERÍAS” En él se definió a la librería como “centros emocionales”. Dice Jorge Carrión (Autor de “Librerías” finalista premio Anagrama de ensayo 2013) que las librerías independientes, ancladas en un barrio, son las que pueden vencer la voraz competencia online. Como centros emocionales, como centros culturales, lugares en los que hablar con el librero, tomar un café, tocar los libros, olerlos, encontrarse con otros lectores, reconocerse cómplices, en fin, continuar practicando un rito tan gratificante como ir en persona a comprar un libro. Las grandes distribuidoras de descargas online ya se están adaptando. Un ejemplo de ello lo tenemos con AMAZON quien abrió en noviembre una librería física en Seattle y en la que expone 6.000 títulos de su ranking. Algo parecido hizo Internet Bookshop Italia, que lleva casi veinte años en el mercado online,  en 2012 se convirtió en una cadena de librerías tradicionales, con sedes por todo el país, algunas tan espectaculares como la de la Via Nazionale de Roma.

Librerías físicas, libros en papel, títulos reeditados.

Las librerías, sobre todo las viejas librerías, crean una atmósfera envolvente de misteriosa aventura, experiencias inolvidables y grandes descubrimientos. No es lo mismo comprar un libro en una macro superficie o en un kiosco de paso, que hacerlo en una librería como La Central, si habláramos con su propietaria, la señora Marta Ramoneda descubriríamos que el amor por los libros trasciende el tiempo y la distancia. Para una persona que trabaja por vocación las horas y los días transcurren deprisa. Cuando uno es cliente habitual y el librero conoce bien tus preferencias se produce una fluidez y armonía en la búsqueda de nuevos títulos. Conversar con alguien que lee y que conoce bien lo que te ofrece, es hoy un verdadero lujo que te hace sentir especialmente reconfortado. Algunas librerías te permiten interactuar con los demás lectores. Se escoge una obra y se da un plazo razonable de tiempo para leerla, a continuación se reúnen todos en la librería para comentar sus impresiones. Una actividad cultural, un gesto que nos pone en contacto con otros lectores y en ocasiones con el propio autor.

Las librerías en el cine.

La reedición de libros es al cine lo que se consideraría una película remasterizada, no nos sorprenderá, que como cada año esta primavera se publiquen nuevas colecciones de títulos clásicos que pueden incluir todos los estilos, desde Alan Poe, Walt Whitman o el propio Enid Blyton. Regalar libros es siempre una buena elección, sobre todo desde la tierna infancia, el propio Sr. Rosich, el librero del que hablábamos al principio reconoce la influencia de su madre cuando le inició en el beneficioso hábito de la lectura a través de personajes como Tintín o las aventuras de Julio Verne.

Quién no se acuerda de la entrañable librería que regentaba Meg Ryan en “Tienes un e-mail” (Nora Ephron, 1998) o la pequeña librería del barrio londinense de Notting Hill, con Hugh Grant y Julia Roberts (Roger Michell, 1999), o la cara de asombro del niño que caminaba entre libros amontonados en “La historia interminable” (Wolfgang Petersen, 1984) Con una mención especial para “Corazón de tinta” (Iain Softley,  2008) Y en el que los personajes de los libros cobran vida en el mundo real.

Las librerías tienen ese aire misterioso y emocionante que supieron transmitir algunas películas. Hoy que la tendencia en la lectura regresa a sus orígenes, podemos volver a visitar las librerías de nuestra ciudad para dejarnos asombrar una vez más por la aventura de lo desconocido y experimentar el placer envolvente de la lectura.

by Manuel Julián