TODO LO QUE TENGO QUE HACER ES SOÑAR

Barcelona, julio de 2008

                    El camarero servía los mojitos al estilo de Colombia, 4 partes de lima y 4 partes de ron blanco sobre un fondo de azúcar de caña glaseada bajo un chorro de angostura y una decoración de hojas de menta. El segundo barman frotaba profusamente el último vaso hasta dejarlo reluciente:

-¿Cuántos lleva?-, le preguntó a su compañero de barra. Hacía más de media hora que se había ido el último cliente y presagiaban que hoy cerrarían tarde.

-Este es el quinto-, su respuesta evidenciaba la pesadez de unos pies cansados tras incontables pasos sobre la tarima desgastada de un bar de copas que se llamaba Amanda´s Drinks.

El mojito más bueno fue el primero, los siguientes, sabían todos iguales, pero ahora no podía irse…, ahora precisamente no podía hacerlo. Los Everly Brothers sonaban con su “All I have to do is Dream”. Cada trago, cada acorde dolía más que el anterior:

 “Te amo tanto y es por eso que siempre que quiero tenerte, todo lo que tengo que hacer es soñar, soñar, soñar, soñar. El único problema es, que se me va la vida soñando. Te necesito tanto que podría morir. Y es por eso que siempre que quiero tenerte, todo lo que tengo que hacer es soñar, soñar, soñar, soñar”

No pudo…, no quiso evitarlo, su mente volaba por encima de aquel bar, de aquel barrio y aquella ciudad…, treinta y cuatro años atrás, cuando solo contaba con doce años y todo lo que tenía eran unos lápices de colores y unas canicas en el bolsillo.

 El Prat, mayo de 1974

 Cuando entró en clase sustituía al profesor de literatura que había enfermado de gripe, desde entonces amó la literatura como la esencia de la perfección, como la crema de los sentidos o el helado de las pasiones. Pero no vamos ha engañarnos, a quien amaba realmente era a ella, a Eva. Su mirada le delató la primera vez; ¿cómo había descendido hasta allí desde el séptimo cielo, simplemente para hablar de Bécquer o Miguel Hernández? Su pelo se movía pidiendo desesperadamente ser acariciado, su voz endulzaba sus sentidos, sus movimientos eran una invitación a su adolescente fantasía, a sus sueños. Dream, dream, dream; los Everly Brothers entonaban su segundo estribillo.

La primera y única vez en que bailó esta canción fue en la fiesta de fin de curso, todo fue casual e inesperado; después de varias canciones muy animadas, el discjockey coló una romántica y después de algunos empujones coincidieron en medio de la pista. Fue ella quien tomó la iniciativa y él se dejó llevar sujetando su cintura con tanta suavidad que sus dedos a penas rozaban el vestido de la profesora. La luz se suavizó y su corazón latía tan fuertemente que atenazaba su garganta, solo se atrevió a mirarla un par de veces, pero esos instantes duraron toda su vida.

 Eva solo tenía ocho años más que él, pero, ¿qué eran ocho años comparados con la felicidad eterna?, un estrella sobre un palpitante cosmos insondable e infinito.

La gripe del profesor se complicó con bronquitis, y él se sintió agradecido por la comprensión y benevolencia de Dios y todos sus maravillosos ángeles, su vida incipiente de intercambio de cromos y encuentros deportivos se detuvo la primavera en que ella cruzó la puerta de su clase…………….. continúa…………