SINOPSIS 

 

Cuando escucho el rugir de un avión en la lejanía, mi añorada infancia regresa de nuevo, viene a mí como el jabonoso olor de la ropa de cuna, las tardes del serial de radio delante de la estufa, o como aquellos diminutos soldados de plástico que se escondían bajo los muebles para no ser descubiertos.

Siempre me pregunté a dónde iban aquellos magníficos artefactos alados y pronto comprendí que sería hasta donde mi imaginación los llevara. En un pueblo que crecía al lado de un aeropuerto rodeado por el húmedo suelo donde se posaban siempre las primeras aves migratorias, descubrí junto a la playa del faro que algún día necesitaría cerrar los ojos y volver aquí de nuevo, al recuerdo de aquellos aviones dirigiéndose a lejanos y exóticos lugares que hoy descubro de nuevo al abrir las páginas de este libro, uno con el aroma de las mandarinas sobre el papel.

Quizá el título parezca solo una frase sugerente, pero la realidad es que se encuentra estrechamente vinculado a la historia y es ella misma quien nos cuenta su significado.

El argumento, aunque transcurre a mediados del pasado siglo, permite al lector de hoy sentirse plenamente identificado con los sucesos que se describen, porque aunque nuestras costumbres y estilos de vida han cambiado, lo cierto es que sin llegar a obsesionarnos con lo breve y efímera que pueda resultar nuestra existencia, todos nosotros todavía necesitamos sentirnos amados, que lo que hacemos realmente valga la pena y que la memoria nos ayude siempre a conservar aquellos antiguos tesoros. 

Todo comenzó como una alocada aventura de juventud, esta vez durante un accidentado viaje hasta los cenotes de Yucatán. Una vez allí, digamos que las cosas no salieron como era de esperar. Diez años después, seis jóvenes y dos adultos sobrevuelan el desafiante Atlántico en dirección a las selvas de Chichen Itzá con el único objetivo de intentar de reconstruir los hechos.

El personaje principal, un arqueólogo de Barcelona, es en realidad una persona sencilla, o al menos lo era en 1953, hasta que una fría mañana de invierno, acompañado por su compañero y amigo de siempre, se adentran en la peligrosa selva de Yucatán, ambos estaban decididos a recuperar unas valiosas reliquias sedimentadas en el fondo de un cenote sagrado, todo parecía un sencillo, ya habían buceado en lugares menos accesibles.

Nuestro protagonista pone en peligro su carrera arriesgando su prometedor futuro con la mujer a la que ama, e incluso su propia vida. El viaje fracasa estrepitosamente y Santiago regresa solo y sin poder evitar que su anterior forma de vida se desvanezca.

Después de diez años alejado de todo, Santiago decide volver para enfrentarse a sus miedos. Su segundo viaje pondrá a prueba todo en lo que cree o por lo que alguna vez estuvo dispuesto a luchar sin ni siquiera imaginar lo que le aguarda.

 «Es mejor un corazón sin palabras que palabras sin corazón» 

Se atribuye esta frase a Mahatma Gandhi y aunque habla de la sinceridad de nuestros ruegos, lo cierto es que en todos los libros que escribí hablé desde el corazón, y muy especialmente a través de este primero; «Mandarinas de Papel«, que resultó ser el trabajo de diez intensos años y muchas, muchas correcciones.

Se ha identificado muchas veces al corazón como el centro de nuestros motivos y emociones, y si algo me enseño la redacción de este relato fue que nunca debemos avergonzarnos de nuestros sentimientos. Las mandarinas y el papel en que se narra esta historia se remontan a una época que estéticamente siempre me ha cautivado, las décadas 1950-60, y en las que la mayoría de las personas ansiaba el bienestar y la libertad, el despertar hacia el diseño y nuevos estilos musicales, la investigación y desarrollo científico e incluso la esperanza para una humanidad que todavía intentaba dejar atrás los horrores y devastadores efectos de la Segunda Guerra Mundial.

«Mandarinas de Papel» es por lo tanto un homenaje a todas aquellas personas en el mundo de mi infancia y que se cruzaron con los primeros años de mi vida, la del pasado siglo a principios de los sesenta, lo que se quedó en nuestro recuerdo para siempre y lo que hasta ahora giraba de forma convulsa en nuestros corazones tan sedientos de tinta y de páginas de libros como este.