Siempre me han fascinado las historias sobre viajes en el tiempo. Esas narraciones tan repletas de oportunidades para mejorar o recuperar lo que perdimos, sobre la oportunidad de volver al pasado y mejorarlo. ¿Si hoy pudieras hacerlo, que habrías cambiado? ¿En qué fecha se detendría tu condensador de fluzo?

El canal de televisión FOX emite una serie de ocho capítulos basada en el libro 22/11/63 del aclamado autor Stephen King. El protagonista, un profesor de literatura, viaja desde 2016 hasta 1960 para impedir el asesinato de John Fitzgerald Kennedy. ¿Habría sido mejor la vida de los americanos si hubiera sobrevivido? Muy probablemente ni siquiera habría estallado la guerra de Vietnam. Pero ¿y lo demás, habría sido mejor?

A pesar de los esfuerzos por llenar estas narraciones de coherencia y verosimilitud, el tiempo se resiste a que lo cambien, es un vector que apunta siempre en una misma dirección, una sombra que se proyecta sobre una pared y que no desea que nadie, de forma inoportuna, modifique su trayectoria.
Debemos reconocer que la estresante vida moderna ha propiciado cierta obsesión por el tiempo y a pesar de ello muchas veces nuestros minutos son como un grifo abierto, que podrían ser segundos, minutos y horas que se pierden por el fregadero. Me refiero al zapping televisivo, a navegar sin rumbo por internet o simplemente no hacer nada de provecho y dejar que pase el tiempo. Un tiempo que ya no vuelve.

Si hubiera un establecimiento comercial que vendiera tiempo, ¿cuánto compraríamos? Sería un verdadero negocio si cada minuto costara solo diez céntimos. Esto supondría 144 euros al día multiplicado por millones de personas de todas partes, dispuestas a alargar al máximo su existencia. . ¿Dónde podemos comprar tiempo? El tiempo se compra de aquellas actividades infructíferas que no nos ayudan a crecer como personas. 20 minutos menos de televisión, 20 minutos menos de chat irrelevante, 20 minutos menos de redes sociales, spam y compras online y ya disponemos de toda una hora para pasear con tu familia y simplemente escucharles.

 

EL BARRANCO CLAYTON  

En la tercera versión de Robert Zemeckis para el film «Regreso al futuro»,  la profesora Clara Clayton no puede evitar que una serpiente asuste a sus caballos. Los animales corren despavoridos en dirección a un peligroso barranco.
La historia se desarrolla en el lejano oeste y Doc junto con Marty McFly evitan que el carromato de la nueva maestra de escuela se precipite al vacio. Ese pequeño incidente produce un cambio en el desarrollo de los acontecimientos y por lo tanto en la propia historia, el barranco ya no se llamará Clayton en honor a la maestra, si no el barranco de Eastwood, en honor a Clint Eastwood, el nombre ficticio de Marty en 1885, ya que le dieron por muerto cuando «desapareció» en él, cuando su vehículo temporal (un Delorean de principios de los ochenta) atravesó el espacio-tiempo hasta 1985.

Los pequeños cambios son como la teoría del aleteo de una mariposa o teoría del caos:  «el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo» Edward Lorenz

Otras “leyendas urbanas” sobre viajes en el tiempo

En noviembre del año 2000, un hombre comenzó a discutir en un foro en Internet la posibilidad de viajar en el tiempo. Tras describir los componentes necesarios para construir una máquina del tiempo, el misterioso hombre aseguró que venía del futuro. Un año después, el hombre afirmó llamarse John Titor, ser un soldado, y provenir del año 2036. Su misión consistía en encontrar una computadora que resolviera el gran problema del Y2K38: un fallo en los programas que utilizan la representación del tiempo que se basa en contar los segundos desde el 1 de enero de 1970. Tras realizar una serie de predicciones y recomendaciones.

Titor desapareció como había venido, pero lo que probablemente no desaparezca sean nuestras fértiles fantasías y las entrañables lecturas de muchos libros que después se adaptaron como guión cinematográfico a la gran pantalla.

 

 

SITGES INFOGUÍA MAGAZINE nº133 JULIO 2016