Sitges ha cautivado a muchas personas por muchos motivos. Algunos, como el mítico Santiago Rusiñol, se sintieron atraídos por su luz, otros por la gastronomía, las tradiciones, las actividades culturales, de ocio, deporte, la oportunidad para los reencuentros o simplemente por la satisfacción de pasear por una franja marítima de más de siete kilómetros.

En cualquier caso, muchos vinieron por unos motivos y se quedaron por otros, un pueblo asomado al mar en permanente redescubrimiento, con una mente abierta y generosa y con la permanente capacidad de acoger a personas de todo origen, raza o tendencias.

Un lugar así, con tanta historia y antecedentes, está repleto de recuerdos, pero también de detalles.

El boom del turismo de los años sesenta nos enseñó el significado de la expresión souvenir y sin embargo algunos establecimientos de Sitges, los que sobrevivieron a la pandemia del Covid se han reinventado ofreciendo elementos únicos, personalizados, hechos a mano y con una producción muy singular y limitada. Detalles que no podríamos encontrar en otro lugar.

A muy poca distancia del Recó de la Calma, del Cau Ferrat y junto a la primera biblioteca municipal se encuentra «Detalls de Sitges», el establecimiento ubicado en la Plaza del Ayuntamiento número 14 [Plaça de l’Ajuntament, 14], nos atrae desde el primer instante por su aire medietrráneo, colorido y de elementos casi irrepetibles, ¿Quienes son o qué es lo que hacen?

Para responder a esta pregunta, he hablado con Claudio, propietario de la tienda de regalos, sorpresas y recuerdos, un hombre afable con una gran capacidad para saber escuchar y para vivir sin el desgaste del estrés y la celeridad de cada día.

Claudio realiza casi todas sus obras a mano, aunque otras son aportaciones de autores locales como Núria Fortuny y su especial visión de La Punta, la iglesia parroquial del pueblo de Sitges y el casco antiguo.

Conversar con Claudio siempre es un placer, su ascendencia cultural al otro lado del charco nos transporta a un misterioso mundo, el de la masonería de su infancia y adolescencia. Aunque en estos momentos se declara como un espíritu libre, Claudio sabe encontrar un rastro de pistas masónicas entre los principales monumentos enclaves de interés turístico de nuestra amada villa. Él cree que hay algo más allá de la vida que conocemos ahora y en cierto modo, sus obras, cuya elaboración muchas veces le produce agarrotamiento de las manos y tendinitis debido al esfuerzo del artesano, nos transportan en el tiempo y la distancia.

Todos los elementos de su establecimiento podrían ser un especial detalle único y personalizado para regalar a nuestros seres queridos, o para todos aquellos que de algún modo llegaron hasta aquí, hundieron sus pies en la orilla de la playa y abrazaron una imborrable sensación de armonía y paz. La calma de Sitges.

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