Mi fugaz visita a la ciudad de Lech Walesa solo fue por motivos, digamos que profesionales, pero hace tiempo que me siento así, enfermo de palabras y que mi mente divaga en una especie de mundo paralelo de personajes irreales, o no, que me acechan en los lugares más inesperados, así es que necesitaba contar lo de Polonia.

Llovía, como era natural; en los países del este, cerca de las playas de Sopot, suele hacerlo. Me encontraba a solo doce kilómetros de Gdansk, en una ciudad habitada por un enjambre de gaviotas a las que no les importaba mojarse. La tormenta había borrado el rastro de sus pisadas en la arena y el cielo añil oscuro amenazaba con derramar todo su jugo, por lo que decidí regresar al refugio de mi habitación en el Sheraton.

Hice lo que se suele hacer cuando todo está pagado; abrí una bebida fría y me senté frente al televisor, resultaba algo extraño, incluso monótono, escuchar a Robert Mitchum hablando en polaco. Cuando el hielo aguó mi copa apagué la televisión y me asomé al gris atardecer de una ciudad tranquila. Las farolas, con su luz anaranjada proyectaban sugerentes sombras sobre el cristal de las ventanas y entonces escuché aquel sonido limpio, antiguo y armónico, tan característico del oboe.

Las nubes reprimían sus emociones mientras el músico interpretaba algo de Shostakóvich, y entonces, simplemente ocurrió. Dos impulsos nerviosos chocaron accidentalmente en mi cerebro y produjeron una reacción química que me condujo hasta aquí, hasta esta historia: «MAÑANAS QUE SE PARECEN» sobre la vida de Adam un músico polaco.

En cierto modo hubo un primer acercamiento en la forma de relato breve y que había quedado incluido en «Frases que hacen nidos». Casi seis años después se publicaría la versión extendida de esta novela de intriga, amor y acción con diferentes localizaciones además de Polonia o Barcelona, en Múnich y en Londres.

Mi editora suele decir que mi flirteo con las palabras me delatan y que son evidentes mis orígenes bajo la influencia de la poesía, que cuido tanto las descripciones y los detalles, que es facil seguir la trama argumental como si estuviéramos allí mismo.

La historia se desarrolla e 2014, mucho antes de la pandemia, pero por esas casualidades de la vida, el relato aborda los riesgos de un contagio global. A través de las paginas de este nuevo libro encontraremos giros inesperados, personas que no son lo que parecen, diversos flashback y mucha retrospección o reflexiones intimistas.

No ha sido facil resumir en trescientas páginas todo lo relevante en la vida de Adam, sus efímeras alegrías y mejores recuerdos, los momentos bajos y decepciones o todo lo que más le marcó durante su infancia, pero digamos que cada frase se ha cocido a fuego lento y que casi seis años de escritura e investigación después, el resultado lo justificaba.

Gracias por confiar en este relato y en este autor, deseo que disfrutes tanto de esta lectura que me busques en las redes para saber más sobre mis nuevos trabajos.

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