Bienvenidos de nuevo a este pódcast de “MAÑANAS QUE SE PARECEN” y que hoy titulamos: “ENCUENTRA TU ESTILO”
Todo escritor tiene sus propios recursos narrativos o estilo, ¿Cómo podrías encontrar el tuyo y por qué es tan importante?
¿En qué se diferenciará el texto de tus libros a los miles de títulos que ya se han publicado?
¿Deberíamos obsesionarnos con la originalidad, con la exclusividad?
Hoy traemos este tema o reflexión a nuestro pódcast. Recordad que podéis interactuar con vuestros comentarios a través de la página web, las redes sociales o el propio canal de YouTube “MAÑANAS QUE SE PARECEN”. Así es que sin más preámbulo, comenzamos…
…clip de introducción…
…sonido de ambiente en la cafeteria…
Bueno, pues hoy he entrado en otra cafetería, una cafetería Enric, que tiene una gran oferta en bollería, pero de calidad, no esa bollería industrial con grasas saturadas. En el Enric puedes encontrar cafés de todo tipo e infusiones muy variadas. Tienen una amplia oferta de productos muy interesantes. He pedido un café con hielo que aquí ya empieza a apetecer, porque ya tenemos temperatura veraniega, y bueno le pedí un platito con algo dulce.
Mmm, son 3 bollitos de viento, los bollitos de viento son caros, pero bueno, la dependienta me ha asegurado de que el viento no me lo cobraba. Es igual, un día es un día, vamos a disfrutar un poco de este café, y enseguida empezamos con nuestra reflexión de hoy en cuanto la importancia de encontrar nuestro propio estilo narrativo.
Empezamos enseguida.
…música de introducción…
En toda obra artística, no importa si se trata de una pintura, un libro, una composición musical o un guión cinematográfico, encontramos un estilo peculiar y único que nos conecta con su autor. Los mayores eruditos en arte pueden atribuir una obra anónima a su verdadero autor, y lo hacen al seguir los rasgos inequívocos que la identifican.
Veamos un ejemplo histórico.
Una pintura al óleo de 1520 titulada La Fornarina (en castellano “La hija del panadero”) es una obra que corresponde al Alto Renacimiento italiano y que combina la belleza idealizada, la sensualidad y el misterio. La ubicación actual del cuadro la encontramos en la Galería Nacional de Arte Antiguo, en el Palazzo Barberini de Roma.
Durante mucho tiempo, La Fornarina fue una obra de atribución dudosa. Algunos expertos pensaban que podría haber sido realizada por uno de los discípulos de Rafael Sanzio (Raffaello). Sin embargo, diferentes estudios técnicos, junto con documentación de la época, han permitido confirmar que la obra es del propio Rafael. Y que, según se cree, representa a Margherita Luti, la amante del pintor.
Aunque se emplearon diversos medios, muy sofisticados, para descubrir quién lo había pintado, lo que determinó finalmente su autoría fue el estilo personal del pintor.

Un dato curioso: 500 años después, en 2020, el cuadro fue descolgado del Palazzo Barberini para pasar por un proceso de restauración o conservación consistente en un análisis de la composición de los pigmentos usados por Rafaello, y de nuevo, no dejó lugar a dudas sobre su procedencia.
En el caso de muchos escritores famosos, su estilo puede considerarse también único o representativo. Por ejemplo la británica Agatha Christie, fallecida en 1976, es considerada, en algunos ambientes literarios, como la “Reina del Crimen”. Todos conocemos bien sus libros y también la mayoría de sus personajes. La autora fue enfermera y luego técnica en farmacia durante la Primera Guerra Mundial, lo que le permitió tener gran conocimiento sobre venenos, y esto se refleja bien en muchas de sus tramas. Su escritura es sencilla pero elegante, muy centrada en el diálogo y la lógica deductiva. Agatha Christie prefería centrarse en el enigma y la intriga, en lugar de la sangrienta violencia despiadada, o el estilo «Gore» de algunas producciones actuales.
Viajó mucho con su segundo esposo, un arqueólogo, lo que le permitió ambientar algunas de sus novelas en lugares como Egipto, Irak o Siria, una de ellas, que seguramente todos recordaremos fue: «Muerte en el Nilo”. Una obra, que ha sido versionada varias veces en la gran pantalla.
El estilo de Agatha Christie estuvo fuertemente influenciado por sus experiencias personales, pero muy especialmente por su percepción de todo lo que la envolvía y rodeaba.
Ninguno de nosotros, aunque la hubiésemos conocido entonces o hubiésemos compartido alguna de sus experiencias vitales, habríamos llegado a sus mismas conclusiones deductivas o habríamos sido capaces de imitar su estilo. En cierto modo, la imitación, siempre conduce al fracaso.
Como decía Oscar Wilde:
“Be yourself; everyone else is already taken” (“Sé tú mismo; los demás ya están ocupados”.)
Esta frase de Wilde nos introduce perfectamente en el tema de hoy. “Encuentra tu estilo”.
¿Dónde debemos buscar nuestro estilo?
Es cierto que vivimos con cierto sentido de urgencia y que parece que es necesario que todo lo hagamos de forma precipitada y apresurada, pero para escribir, no debemos adoptar un estilo urgente y un exceso de sintaxis narrativa, como pretenden algunos manuales periodísticos. Toda búsqueda, y no hablemos de la arqueología necesita de su tiempo.

He leído últimamente mucho de Dan Brown, David Baldacci, Tom Sharpe, Marc Levy o Ken Follett, alguno de mis autores favoritos, y en cierto modo me he dejado contagiar o influenciar por sus estilos. Pero seamos realistas, aunque aprenda a tocar «Sultan of Swing» con la perfección de un japonés, mi guitarra nunca sonará como la de Mark Knopfler. No importa cual sea nuestra lengua materna, inglés, catalán, ruso, italiano o castellano, todos debemos encontrar nuestro propio lenguaje, y el lugar donde debemos buscar es en nosotros mismos y nuestro inconformismo a la hora de expresarnos. Nuestra forma de expresión, escrita o hablada, tiene rasgos característicos de nosotros mismos, de algún modo nuestras ilusiones, decepciones, alegrías o tristezas moldean nuestras palabras o la intensidad, ritmo o coherencia de lo que decimos.
Algunos escritores, simplemente escriben, sin detenerse a corregir los errores gramaticales ni de estilo, lo hacen poniendo la mente y el corazón, sin dejarse encorsetar por las palabras. Se podría decir que lo que perseguimos es transmitir emociones, en lugar de textos muy elaborados y rimbombantes. Seguramente que nunca contamos las cosas de la misma manera y que como quizá digan nuestros amigos, cada vez que contamos la misma historia, esta mejora con el tiempo.
Es muy importante que leamos los trabajos de otros, pero no nos equivoquemos, nuestro estilo, nuestro propio estilo no es la suma, mezcla o influencia de otros. No buscamos la imitación, sino más bien la posibilidad de abrir nuestra mente a nuevas formas narrativas.
Algunos describen un suceso presente y después hacen una analepsis o salto hacia atrás “flashback” para explicarlo. Este es un recurso narrativo muy frecuente en las películas, aunque no se debe abusar mucho de él para que al lector no se pierda con tantas regresiones, pero si descubrimos, por lo que hemos leído, que esta manera de contar las cosas funciona bien con nuestra historia, podemos incorporarla. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en: 22/11/63 de Stephen King. Todo esto, la manera en que hacemos las descripciones, construimos los diálogos o estructuramos la narración, también están vinculados a nuestro propio estilo.
Para entenderlo mejor. Imagina que adquieres una nueva vivienda. Antes había pertenecido a una familia numerosa y esto queda evidente en el desgaste de las paredes, puertas y uso del espacio. Se trata de la misma vivienda, pero ahora tú la reformas, haces más grandes las habitaciones, cambias el suelo, las puertas, eliges una iluminación cálida, creas un espacio exclusivo de lectura, con una mesa de trabajo desde la que escucharás tu música favorita mientras escribes. En la pared has eliminado el yeso y dejado a la vista el ladrillo original. Cambias toda la cocina, en uno de los lavabos quitas la bañera he instalas una ducha de piedra viva y agua pulverizada de lluvia. Cuidas los elementos decorativos; algo retro, imágenes en blanco y negro de actuaciones de jazz, cámaras de fotos, proyectores de cine y máquinas de escribir de los sesenta y algunas alfombras actuales…, en fin, podríamos continuar con la descripción…, lo que queremos ilustrar con esto es que el espacio es el mismo, pero el ambiente es único.
En un libro, el espacio es el mismo, quizá cuatrocientas o quinientas páginas, pero nosotros distribuimos los muebles y la decoración en función de lo que somos y nuestra visión personal de todo lo que nos rodea.
Es importante que encuentres tu propio estilo, porque es con el que se va a identificar tu obra, es lo que buscarán tus lectores habituales y en cierto modo ofrece la característica principal de lo que pretendes expresar a través de tus relatos o narraciones.
Había una fotógrafa estadounidense, Vivian Maier famosa por captar instantes cotidianos que estaban a la vista de todos, pero que nadie veía. Hoy su obra tiene un valor incalculable. Algo que es común y rutinario puede, con el paso del tiempo, adquirir en valor histórico imposible de calcular. Lo mismo ocurre con lo que escribimos, quizá hoy no, ni tampoco dentro de un año, pero si lo has dicho tú y forma parte de tu historia, esto es sin duda único e inalterable.
Estoy leyendo estos días “Un niño afortunado”, de Thomas Buergenthal, uno de los jueces de la Corte Internacional de Justicia, activo defensor y experto en derechos humanos y derecho internacional. Con solo 10 años fue superviviente al gueto de Kielce, a los campos de concentración de Auschwitz y Sachenhausen. Su voz interior es única y por supuesto nace de su propia experiencia. He leído muchos libros sobre los horrores de los campos de exterminio durante la Alemania nazi, pero Buergenthal, a través de la inocente mirada de un niño no se centra en el sufrimiento sino en la resiliencia. Y es aquí donde su voz es inimitable, su capacidad de asombro y empatía.

Igual que Thomas Buergenthal, Vivian Maier o la propia Agatha Christie, todos debemos buscar nuestro estilo dentro de nosotros mismos.
Hemos de reflexionar con sinceridad, profundizar en cómo somos, en la imagen que proyectamos y en cómo la vida y la erosión del tiempo nos ha dado forma. Solo así descubriremos nuestra propia voz y encontraremos nuestro estilo.
Escritor de novelas. Redactor de contenidos para revistas culturales, blogs y páginas webs. Corrección ortotipográfica y de estilo. Writer freelance.