Bienvenidos a “MAÑANAS QUE SE PARECEN” y a este nuevo pódcast, el número 10 y  al que hoy titulamos “LOS DIÁLOGOS”.

A la hora de escribir nuestra primera novela, ¿qué necesitamos saber sobre los diálogos? ¿cómo redactar una buena conversación? ¿Qué signos de puntuación son necesarios para escribirlos? y, ¿Por qué son tan importantes?

La idea de que los diálogos aportan frescura a una novela no puede atribuirse a una sola persona, ya que es una certeza ampliamente difundida y repetida por escritores, críticos y teóricos literarios desde hace mucho tiempo.

Por ejemplo, John Gardner, en The Art of Fiction” (1983), señalaba que …

«los diálogos hacen que una narración cobre vida, ayudando al lector a «escuchar» a los personajes en lugar de simplemente leer las descripciones. El diálogo bien trabajado aporta dinamismo, realismo y le da frescura al propio relato».

Es cierto que, en un contexto social,  cada vez hablamos menos, que nuestros mensajes son cada vez más breves, con más emoticones y palabras abreviadas, pero aunque vivamos en un mundo digital en el que la Inteligencia Artificial va ganando cada vez más terreno, muchos de nosotros echamos de menos una buena conversación. Quizá bajo un firmamento repleto de estrellas, o frente al mar o delante de un buen fuego de chimenea si estamos en invierno. Es una enorme paradoja que cuando más recursos tenemos para comunicarnos, menos oportunidades encontramos para hacerlo.

Sin embargo, para el escritor de novelas, la conversación en la que interactúan sus personajes es una parte importante y nada desdeñable de su relato.

Como ya avanzábamos al principio de nuestro pódcast de hoy, vamos a hablar de cómo elaborar nuestros diálogos, qué aspectos debemos tener presentes en cuanto a la estructura y la forma en que nuestros personajes se comunican.

Pausa…

Como todos sabéis, me gusta iniciar nuestros audios saboreando un buen café, así es que hoy he vuelto a visitar una de las cafeterías ENRICH de Sitges, en el anterior pódcast elogié un buen café cremoso, pero hoy con las temperaturas del inicio de verano he optado por un café largo y con hielo

… ambiente de FORNS ENRICH

Bueno, pues vamos a buscar un lugar más tranquilo, sin tanto ruido de ambiente y sin el hilo musical, que tantos problemas me dio en ediciones pasadas, ya que si hablas con una música de fondo, aunque no sea la tuya, pueden acusarte de violar los derechos de autor…, vamos a continuar nuestro pódcast de hoy, en la intimidad y en el que continuaremos hablando de los diálogos.

A principios de los años setenta, las series de humor británico irrumpían en nuestros sencillos hogares, con un aire fresco, el humor y las incisivas bromas en los diálogos de series como por ejemplo: “Un hombre en casa”, “Los Roper”, o “El nido de Robin”. Los que no tuvieron la oportunidad de verlos, pueden todavía visitar alguna publicación para nostálgicos de la época.

Aquellos diálogos en las series de nuestra infancia nos ayudaron a comprender que había un mundo más allá del blanco y negro de nuestros televisores, unas vidas más alegres y abiertas a una sociedad que, literalmente como decía Bob Dylan  “estaba cambiando”. 

Es cierto que en la actualidad, la mayoría de las personas prefieren las películas de acción, con muchas persecuciones, explosiones y efectos especiales, pero en algún momento el protagonista necesita expresar sus sentimientos, incluso el teniente John McClane, en La Jungla 4.0, después de lanzar su vehículo contra un helicóptero dice aquello de: 

Ferrell ⎯¿Está bien?

McClane ⎯No, no me toques.

Ferrell ⎯Perdón, perdón… ¿está herido?

McClane ⎯Ha habido suerte, ¿he?

Ferrell ⎯¡Qué … suerte, ha sido…, se ha cargado un helicóptero con un coche.

McClane ⎯No me quedaban balas

Creo firmemente que un buen diálogo fortalece el guión cinematográfico y en literatura, sobre todo en novela, es un recurso indispensable.

Sin embargo, no debemos equivocarnos. Los diálogos no son el relleno de una historia, sino lo que ayuda al lector a encontrar la coherencia.

Vamos a continuación a detenernos en cinco aspectos importantes que debemos tener en cuenta a la hora de escribir los diálogos de una novela. Los repasaremos deprisa, porque después los podéis consultar en detalle a través de la página web: julianswritings.com.

1. Autenticidad del personaje

Cada personaje debe hablar según su edad, cultura, nivel educativo, personalidad y contexto emocional. Por ejemplo, un adolescente no se expresaría igual que un abogado de mediana edad o un empresario.

El diálogo debe reflejar quién es y debe ayudar al lector a conocer y comprender a los personajes. Por otro lado, la época también es determinante, ahora no se habla como hablaban nuestros padre o nuestros abuelos cuando tenían la edad que nosotros tenemos ahora.

2. Subtexto y conflicto

El buen diálogo va más allá de las palabras. Muchas veces los personajes no dicen exactamente lo que piensan o sienten, y ahí es donde aparece el mensaje que subyace bajo el texto, es como leer entre líneas y es necesario que el lector esté concentrado y que comprenda lo que no se dice

Ejemplo:
⎯Te vas otra vez?
⎯Es solo trabajo.
El mensaje que subyace bajo el texto: tensión, posible discusión, emociones no expresadas.

3. Economía y ritmo

El diálogo debe ser ágil y evitar relleno innecesario. No necesitas reproducir conversaciones cotidianas completas, como saludos, largas despedidas, etc., sobre todo si no aportan nada a la trama o al desarrollo de los personajes.

Es mejor decir:
⎯¿Y bien? ¿Qué averiguaste?
Que añadir expresiones innecesarias como:
⎯Hola, ¿cómo estás? ¿Cómo te ha ido el día? Oye, por cierto, quería preguntarte…

4. Propósito narrativo

Cada línea de diálogo debe tener una función: revelar algo sobre el personaje, avanzar la trama o aumentar la tensión. Si no cumple ningún propósito, probablemente toda esa “conversación” sobra.

5. Fluidez y naturalidad

Debe sonar natural al oído, como si lo dijera una persona real, pero mejor estructurado. El diálogo escrito no es una transcripción literal de cómo habla la gente, sino una versión depurada para que suene auténtica sin perder claridad ni ritmo.

Seguramente, si varias personas ensayan el diálogo, podrás identificar dónde están los errores, no es lo mismo leerlo que escucharlo y esto último es muy útil para que el desarrollo de la conversación sea fluida y natural.

Hablemos ahora de cómo escribir un diálogo desde el punto de vista ortográfico, ortotipográfico y de estilo:

Los signos de puntuación 

Vamos a continuación a mencionar 5 signos de puntuación, que son los más frecuentes a la hora de escribir un diálogo y por supuesto, uno de los más destacados y el primero que vamos a destacar es la raya.

1. Raya ( )

La raya (no un guión corto) es el signo principal para marcar el inicio de la intervención de cada personaje y ayuda al lector a saber quien habla y cuándo comienza o concluye su conversación. No se trata de un guión corto, sino de una raya un poco más fina y larga que podemos introducir a través de los símbolos.

Este sería el modo correcto de escribir diálogos en castellano, aunque en inglés se escribe entre comillas.

  • Comillas dobles (“ ”) en inglés estadounidense.
  • Comillas simples (‘ ’) en inglés británico (aunque también pueden usarse dobles).

Veamos un ejemplo muy habitual al escribir un pequeño diálogo:

Ejemplo:
⎯Hola ⎯dijo Brenda⎯. ¿Cómo estás?

⎯Estoy mejor ⎯respondió Julio⎯. ¿Y tú, estás bien?

Debemos también recordar que después del signo de interrogación no se debe escribir ningún punto ya que el propio punto del signo cierra la frase.

Por otro lado cuando se trata de escribir los pensamientos del personaje, se puede utilizar un recurso muy actual, escribirlo en cursiva:

Brenda se aproximó al amasijo de hierros y madera humeante.

Esto no encaja con un simple cortocircuito, pensó.

2. Uso de la raya con acotaciones del narrador

Cuando el narrador interrumpe el diálogo para describir cómo se dice algo, se usa una raya para abrir y cerrar esa acotación (solo si la frase continúa).

Ejemplos:

  • Sin continuar la frase después de la acotación:
    ⎯No quiero ir ⎯dijo Ana.
  • Con continuación después de la acotación:
    ⎯No quiero ir ⎯dijo Ana⎯, pero supongo que no tengo opción.

3. Mayúscula/minúscula después de la raya

Después de la primera raya, la primera palabra va con mayúscula si es el inicio del diálogo. En cambio, la palabra después de la acotación del narrador va con minúscula, salvo que sea un nombre propio.

Ejemplo:
⎯No sé qué hacer ⎯dijo Laura⎯, todo esto me supera.

4. Otros signos dentro del diálogo

Los signos normales (puntos, comas, signos de exclamación o interrogación) se usan igual que en el resto del texto, pero el punto final nunca va antes de una acotación del narrador, ya que se reemplaza por la raya.

Correcto:
⎯¿Vienes conmigo? ⎯preguntó Juan.
⎯¡No lo sé! ⎯respondió Ana.

Incorrecto:
⎯¿Vienes conmigo? ⎯preguntó Juan.

5. Diálogo alternado entre personajes

Cuando varios personajes hablan en una conversación, cada intervención debe comenzar en un párrafo nuevo, precedida de una raya. No es necesario poner el nombre del personaje si ya queda claro por el contexto.

Ejemplo:

⎯¿Vas a ir a la fiesta?
⎯No lo sé. ¿Tú?
⎯Yo sí. Prometí a Brenda que iría.
⎯Entonces quizá me anime.

Voy a compartir un fragmento de diálogo del último libro que estoy escribiendo y que se titula: “DOS VECES SIN BRENDA”.

El contexto:

La teniente Brenda O´Brien trabaja en una dotación de bomberos de Barcelona y Julio, quien se cuida de la centralita, está profundamente enamorado de ella, aunque todavía no ha reunido el valor para decírselo.

—¿Te importa si me siento un rato? —preguntó Julio, apoyando la mano en el respaldo de una silla frente a Brenda.

—Claro que no —respondió ella, sin levantar la vista del informe—. Pero siéntate, no hace falta que pidas permiso como si fueras a entrar en una iglesia.

Julio sonrió, algo nervioso, y se dejó caer en la silla. Tenía las manos frías, a pesar del calor que hacía en el pequeño box de la teniente.

—Estuve pensando… bueno, no pensando, sino… recordando —empezó a decir, con un tono algo más alto de lo normal—. Aquel día en Sant Gervasi. Cuando entramos juntos por la galería trasera, cuando subimos por aquellas escaleras oxidadas con el pequeño Toni. ¿Te acuerdas?

—¿Cómo olvidarlo? Casi te caes por intentar abrir una ventana cerrada con el hombro.  —Brenda alzó una ceja, divertida—. Fuiste muy valiente. Y muy torpe.

—Sí, bueno, eso es… eso es lo que soy. Un valiente torpe. Quiero decir, un torpe valiente. O las dos cosas —se rió nervioso, mirándola solo de reojo—. Pero contigo… contigo es distinto.

Brenda cerró lentamente la pantalla de su portátil, sin dejar de observarlo. No dijo nada, dejando que el silencio hiciera su trabajo.

—Lo que quiero decir es que a veces uno no sabe cómo… cómo decir las cosas, no es fácil, o por lo menos no es fácil para mí —continuó Julio, apretando los dedos contra sus rodillas—. Y tú eres tan… tan tú, que cuando intento hablar, me sale cualquier cosa menos lo que quiero decir.

—¿Y qué es lo que quieres decirme, Julio? —preguntó Brenda con suavidad, aunque en su voz había un pequeño deje de diversión. Algo así como el cacao sobre la crema de un café.

Él tragó saliva. Sintió que el corazón le golpeaba como una alarma mal calibrada.

—Me gustaría decirte una cosa, —murmuró Julio llenándolo todo de migas y de una atmósfera casi mística.

—Sí, dime por qué no hemos pasado ya la inspección de este vehículo que ha caducado hace tres semanas. ¿No somos el cuerpo de bomberos? —le interrumpió ella —Deberíamos dar ejemplo en el cumplimiento de las ordenanzas. Llama, por favor, esta mañana a Inspección Técnica para solicitar una cita previa.

—De acuerdo, de acuerdo, ahora mismo llamo…

—¿Querías decirme algo más? —preguntó la teniente mientras ocultaba su sonrisa tras el cajón de unos archivadores.

—Que me gustas, Brenda. Desde hace tiempo. Y que cuando estás cerca, no sé si quiero salir corriendo o quedarme para siempre.

Brenda inclinó ligeramente la cabeza, como si evaluara una pista nueva en una escena del crimen. Sus labios se curvaron apenas, pero no dijo nada. Solo se levantó, recogió su portátil, y antes de irse, se detuvo junto a él.

—Eres más valiente de lo que crees. Pero aún más torpe de lo que aparentas —le susurró, rozando con sus dedos el borde de su hombro—. Me caes bien así.

Y se dispuso a salir, dejándolo con el corazón galopando y una sonrisa tonta que tardaría minutos en borrarse. Julio sintió en ese momento que no podía dejar de pasar la oportunidad:

—Sí. Lo que quería decirte… —Balbuceaba Julio de forma imprecisa mientras ella se dio la vuelta para mirarle fijamente a los ojos. (Se había creado un incómodo silencio) hasta que finalmente: —Cuando me den hora para la revisión del vehículo ¿querrías acompañarme? Conozco un restaurant de camino con la mejor comida italiana de la ciudad. —Le dijo Julio intentando que su propuesta pareciera convincente.

—¿Esto es una cita, bombero?

Julio se aproximó peligrosamente a Brenda hasta estar tan cerca de ella que casi podía respirar a través de su aliento: —Esto es lo que tú quieras que sea.  Y después la besó tiernamente como en un antiguo sueño.

Al momento sonaron las sirenas de la estación y los chicos silbaron, aplaudieron y vitorearon ante la sorpresa de Julio y la teniente O’Brien.

—Bueno, chicos, me debéis veinte euros cada uno, dijo Lluís al resto del equipo. El «pardillo» los acababa de desplumar porque era el único que había apostado por un desenlace feliz antes del fin de semana. En el fondo, el “niñato” era un romántico empedernido, pero allí estaba feliz con su nuevo manojo de billetes abanicándose la cara como si quisiera absorber todo el sutil perfume de la victoria.

Este fragmento que acabamos de leer nos confirma la importancia del diálogo en el texto de nuestro nuevo libro o novela. De la misma manera en que la comunicación o la conversación es importante en nuestra vida cotidiana, no podemos escribir un texto en el que los personajes no se comuniquen y cedamos a una acción frenética con comentarios de autor y que nos deje exhaustos sin comprender muy bien cuales son los motivos, preocupaciones o intenciones de sus protagonistas. El lector necesita descansar su mente de una trepidante acción con un buen diálogo que convierta a los personajes en personas reales, con preocupaciones o sentimientos reales y como escritores, francamente, no podemos renunciar a eso., nuestros lectores no se lo merecen.