Artículo dedicado a Laurie Baughman, mi Moneypenny.

 

Londres. Septiembre de 1940.

Cuartel General del Servicio de Inteligencia de la Marina Británica.

                                 El comandante Ian Fleming se encuentra inmerso en un nuevo proyecto. Nombre en clave: Operación Rutless. Esta vez el objetivo consiste en capturar la máquina codificadora Enigma; un dispositivo electromecánico con cifrado rotativo, diseñado y construido por Scherbius & Ritter en Alemania y al servicio del aparato de guerra del propio Führer. Si la misión culmina con éxito, podría significar el final o en el peor de los casos la reducción de varios años de guerra.

Ian Fleming. photo by Cecil Beaton. Photo courtesy of the Cecil Beaton Studio Archive at Sotheby’s.

El agente Fleming ya había completado satisfactoriamente otras misiones similares, una muy recordada fue la de los paracaidistas, un plan asombrosamente creativo en el que se escogería un cadáver del hospital, alguien sin lazos afectivos, ni identidad, ni vínculos familiares, un muerto al que lanzarían en paracaídas sobre las líneas enemigas, muchas veces se trataba de un soldado alemán abatido. De la misma manera que la pesca con el cebo de “mosca” atraía irremediablemente a los peces, el paracaidista fantasma, vestido como un aviador caído en combate, tendría en su poder suficiente información falsa como para despistar al enemigo, datos sobre las supuestas localizaciones de algunos destructores de la Royal Navy, “humo para los peces”. Los submarinos alemanes que se adentraban en aquellas aguas se encontraban con un bosque de minas imposible de eludir.

Fleming era el artífice y creador de diferentes estrategias de combate en las que el engaño y la astucia jugaban un papel predominante. Como miembro destacado del Servicio de Inteligencia, era a su vez el responsable de la unidad 30 Assault Unit, un comando adiestrado para reunir información sobre las intenciones del enemigo. Un selecto equipo “con licencia para matar”.

A finales de la II Guerra Mundial y antes de aventurarse con la literatura, Ian Fleming había dedicado mucho tiempo, recursos y energías al servicio de su majestad como agente secreto británico.

Durante esa época tumultuosa de su vida hubo una mujer que influyó en el carácter y características de uno de los personajes más entrañables de las novelas de James Bond, alguien que daría vida a la intuitiva y femenina señorita Moneypenny. La mujer que le inspiró para crear el personaje era su propia secretaria Paddy Ridsdale

Los diálogos de Bond y Moneypenny, fueron desde su concepción un fuego cruzado de gran agudeza de ingenio, de insinuaciones, frescura y juego de palabras sutiles y sugerentes.

Moneypenny -Nunca me llevas a cenar

James -Lo haría con gusto pero M me sometería a un consejo de guerra por el uso ilegal de una propiedad del gobierno.

Moneypenny -La adulación no es tu fuerte, pero no dejes de intentarlo.

En todos los títulos sobre James Bond, tanto en papel como en la gran pantalla, Moneypenny guarda como un gran secreto el amor que siempre ha sentido por James. Lo deja entrever, como una blusa transparente, pero no lo aborda en ningún momento. Ella no es otra chica Bond, una de tantas, más bien se asemeja a una paciente ama de casa mirando el reloj, siempre aguardando el regreso con vida de 007, sin expresar su angustia por la espera, ni su satisfacción al verle entrar de nuevo en su oficina, en su pequeño mundo de libretas, grapadora y llamadas de teléfono.

¿Qué pasaría si la historia la hubiera escrito Moneypenny?

El 10 de octubre de 2005 y bajo el sello de Fleming Publications se publicaría la primera entrega de: The Moneypenny Diaries, una trilogía narrativa a través de los ojos de Moneypenny. La autora de esta novedosa versión de 007 fue Samantha Weinberg, bajo el seudónimo de Kate Westbrook, y a través del prestigioso archivo editorial Hooder Books.

La auténtica Moneypenny no era simplemente una secretaria enamoradiza que soñaba con imposibles como los de Barbra Streisand en “The Way We Were”.

Desde su primera aparición en “Casino Royal”, el papel de la secretaria personal de  M es con frecuencia una intervención fugaz y efímera. Muchas veces con apenas dos o tres secuencias en la misma película; pero sería difícil imaginar hoy una gran superproducción del agente secreto más famoso del mundo sin Moneypenny.

Ian Fleming se había fijado en alguien que rompía el estereotipo encasillado de una secretaria, recordemos que la persona en la que se había inspirado para dar forma a su personaje, era nada menos que Paddy Ridsdale.

¿Quién fue realmente Ridsdale? La secretaria personal de Fleming no era una persona convencional. Ella también formaba parte del Servicio de Inteligencia Británico y participaba activamente en misiones de alto riesgo. El rotativo británico The Telegraph publicó con motivo de su fallecimiento en diciembre de 2009 las siguientes palabras:

“Elegante, astuta e infinitamente enérgica, Paddy Ridsdale fue una esposa formidable durante los 38 años de carrera de su esposo en la Cámara de los Comunes, y en la vejez permaneció indomable y alegre”

Conocí una vez a una Moneypenny. Por aquel entonces trabajaba como recepcionista en una empresa farmacéutica. Aparentemente solo era una secretaria que atendía el teléfono, pero con el tiempo comprendí que Laurie Baughman era también una entrañable cocinera, especialmente de postres exquisitos, una madre entusiasta del grupo musical de sus hijos, los Flaming Shakers, el más prestigioso  Beatles Tribute de toda Europa. Una trabajadora incansable, buena compañera que todavía hoy cuidaba los detalles y cuyo logo más representativo es el emoji de una sonrisa.

La vi de nuevo, no hace mucho, la compañía se había trasladado al centro de la ciudad, y Moneypenny continuaba siendo mucho más que una simple secretaria, su sonrisa lo llenaba todo de alegría, incluso algunos de mis mejores recuerdos.

by Manuel Julián