«Me parece haber nacido hace más de cien años»

Alba Bestué

Alba Bestué es el seudónimo de Rosa Pardina Clar, alguien muy especial a quien tuve la grata oportunidad de conocer, y “Me parece haber nacido hace más de cien años” su autobiografía publicada bajo el sello de Círculo Rojo, [junio de 2024. ISBN:978-84-1073-2024].  

Recuerdo a Rosa a mediados de 2007 como una persona decidida y tenaz, acostumbrada a lidiar en un entorno custodiado por hombres, como es la industria farmacéutica y no sucumbir ante la adversidad, pero también la conocí dulce, sensible, entrañable y familiar. Ella fue quien me permitió vivir y experimentar algunos de los mejores años de mi vida laboral, además de la cercanía de su mundo y su entorno más íntimo: padres, hijos, cónyuge y amigos leales.

Unos años después, Rosa me dio algunos consejos, lo cierto es que no estaba en ese momento preparado para escucharlos, me dijo que intentará ser imprescindible en la compañía que dirigía, con el tiempo comprendí los motivos, pero eso fue más tarde, cuando le arrebataron todo lo que había construido, y la empresa pasó a manos de un socio de los países del Este. Ella dejaría de estar al frente de la farmacéutica y todos nosotros nos quedamos, de algún modo flotando en una especie de salto al vacío sin que aún tuviéramos la certeza de lo que ocurriría. La dirección era a hora más pragmática y cuadriculada, fuertemente influenciada por Polonia, Rusia y Alemania y que evidentemente no tenía nada que ver con Rosa y su especial manera de conciliar la vida familiar y laboral de sus empleados en una sola experiencia inolvidable y enriquecedora. De crear vínculos de amistad que todavía conservamos como un verdadero tesoro.

Rosa hizo muchas cosas por nosotros y deseo en mi caso destacar entre muchos ejemplos su amabilidad y esfuerzo por leer y corregir, con más de 700 páginas, mi primer libro, de darle sentido, estilo y coherencia.

Nos ofreció en aquella época el regalo de su amistad que todavía conservamos, aunque la vida tiende a atraparnos en bucle de rutinas y obligaciones que nos dejan exhaustos y con poco tiempo para seguir cultivando algunos contactos, reducidos muchas veces a un par de llamadas al año o algún fugaz mensaje de texto.

Una tarde de julio me llegó por correo su autobiografía. Rosa ya había escrito anteriormente varios trabajos breves y unos cuentos, pero hoy nos adentramos en algunos de los hechos más relevantes de su vida, narrados en primera persona, sin red de protección, ni sistemas de alarma.

En una entrevista para La Contra de La Vanguardia (febrero 2014), le preguntaron sobre su vida personal, a lo que ella respondió:

«Viajaba mucho por placer y por trabajo, conozco bien Asia y China. Tenía un palacio veneciano que yo misma restauré …, organizaba conciertos y me podía permitir contratar a músicos fantásticos. Tenía casa en Sitges y un barco precioso……, pero de lo que más he aprendido, con diferencia, es de arruinarme. Moralmente hoy sé adaptarme mucho mejor a las circunstancias y las vivo con alegría, con aceptación, viéndole las posibilidades. Y he aprendido que puedo volver a levantarme”.

La autobiografía de Rosa Pardina nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la necesidad de, en ocasiones, rehacer nuestras vidas y de afrontar los retos de cada día sin renunciar al hecho de afrontarlo.

He sostenido el libro entre mis manos, leído su introducción, el índice y sus primeras cien páginas.

Es posible que la voz más pura sea la voz interior, pero da mucho miedo despojarse de aquella antigua protección y sumergirnos desnudos en la turbia agua de la incertidumbre.

Las cosas muchas veces no son como las recordamos, no hasta el más ínfimo detalle, pero sí como las sentimos, por eso tienen la poderosa fuerza de doblegar el tiempo de plegar el pasado y el presente en una sola arruga de papel.

De algún modo crucé esta historia, o más bien algunos fragmentos de ella, de puntillas, como un simple espectador asomado a la vida de otros. Intuía un gran acopio de emociones en cada silencio, durante el trayecto a la oficina, al realizar algunas tareas o cumplir con mis obligaciones, y mientras tanto, la vida de la protagonista de este libro transcurría a veces imperturbable, otras veces temblorosa pero muchas veces los días eran como tormentas de arena que nadie podía aplacar.

No supe entonces cómo entender lo que estaba pasando y sin embargo hoy, de nuevo renace en mí aquella admiración por la persona que habla a través de este libro y su valentía por compartir con nosotros sus vivencias personales.

Pensé en un primer momento que el título era demasiado largo, pero ¿cómo resumir toda una vida en una simple e intensa frase? No es necesario ahorrar palabras si hemos decidido ser sinceros, y Rosa siempre lo ha sido.

Me inicié en sus páginas con una ilusión empapada de melancolía, porque me consta que muchas veces las cosas no fueron bien o de manera fluida, algunos episodios de este relato me dolerán como sucede con el sufrimiento de un amigo cercano, algo que nunca nos deja indiferentes.

Se que tendré que releer esas páginas varias veces, para masticar la tierra que algunas palabras arrastran, para digerirlas. A través de su biografía puedo verlo todo desde otra perspectiva, de entender el origen de las cosas y sobre todo descubrir en su lenguaje y reflexiones toda una vida, desde su infancia, que poco podía imaginar: la férrea educación de un colegio de monjas, sus primeros amores, sus perspectivas de futuro, alegrías y decepciones, llegar a la cúspide de sus anhelos, perderlo todo, reconstruirse…, la biografía de Rosa nos conduce como dice ella, a subirnos a una montaña rusa y dejarnos llevar página a página por la vertiginosa y cruda realidad de lo que fue su existencia. Con la sensación de haber vivido cien años y de continuar sonriendo a pesar de todo.

…»mientras vaciaba armarios y llenaba el piso de cajas, no podía dejar de pensar que había hecho el proceso inverso justo tres años antes, en octubre del 2019, pensando que sería para toda la vida. ¡Cómo puedo ser tan ilusa! Nada es para toda la vida, y mucho menos en mi vida. Me sentía como una película a la que está rebobinando. La casa llena de cajas y la calle llena de despedidas. Adiós a las paradas del mercado, a la tienda de legumbres a granel, al vigilante del parking con el que arreglábamos el mundo”…

Alba Bestué