Me resultaría difícil imaginar una infancia, sin este atolondrado y al mismo tiempo elegante humorista Jerry Lewis. Sus hilarantes secuencias de películas imborrables que quedaron para siempre en mi memoria. Algunos detractores afirmaron que sus gags eran demasiado repetitivos y sus recursos humorísticos una sobreactuación, pero jamás me importaron sus ácidas opiniones, porque ninguno de esos críticos podrán ofrecerme nunca alguno de los deliciosos minutos de humor, sencillo, inofensivo y entrañable como el que Jerry compartió con nosotros a través de sus películas.

Este artículo, por lo tanto no será otra aburrida biografía sobre dónde nació, cuantas esposas e hijos tuvo o los motivos de su ruptura con Dean Martin. Más bien deseo centrarme en lo que algunos de mi época sentimos a través de sus personajes, lo que nos transmitió y por qué forma parte indeleble de nuestra imaginativa adolescencia.

Jerry combatía por nosotros haciendo frente a nuestros miedos. Al miedo a sentirnos rechazados como en “El Ceniciento” (1960) o el miedo a fracasar en nuestro primer trabajo “Lío en los grandes almacenes” (1963). El miedo a no aceptarnos tal y como somos: “El profesor chiflado” (1963) , que no hace falta ser un genio para ser genial en “The Caddy” (1953) o sencillamente a enfrentarnos al lado más serio de la vida “En guerra con el ejército (1950)”.

En total casi doscientas exitosas películas y un sinfín de cortos, programas de humor e incontables apariciones en la pequeña pantalla.

Crecimos también intentando valorar la importancia de un buen amigo, alguien como Dean Martin, quien le acompañó por más de una década. En total fueron 17 películas juntos.

91 años de una vida dedicada al humor pude parecer una carrera exhausta en una realidad social como la de hoy en la que tenemos muy pocos motivos para sonreír y escasas oportunidades para ser felices. Por eso hoy no podría ser más necesario que nunca una carismática persona como Jerry, sin lugar a dudas, el rey de la comedia.

                Hubo frases, canciones o movimientos ante las cámaras, que hoy interpretaríamos como lenguaje corporal y que fueron únicos e irrepetibles.

“Hay una diferencia entre gente y personas, yo quiero ser persona” (El Ceniciento)

Los periódicos han dicho que falleció el 20 de agosto de 2017 por causas naturales. Creo que él siempre fue así, natural y auténtico. Su humor despertaba en nosotros la posibilidad de comenzar de nuevo, de resurgir entre un montón de escombros, torpezas o errores y regresar a nosotros mismos, a la posibilidad de curar todas nuestras heridas y volver a comenzar de cero. Por eso creo que el humor de Jerry era algo más que entretenido, era necesario.

EL ETERNO AMIGO DEAN MARTIN

 

La almibarada voz de Martin “Everybody loves somebody sometime” (1965), pertenecía al exclusivo “Rat Pack” formado por Sammy Davis Jr., Joey Bishop, Peter Lawford y el propio Frank Sinatra. Su ampulosa melodía contrastaba con la expresa tonadilla de Jerry, más parecida a un irritante graznido bajo la lluvia que a una voz como la de Martin. Sin embargo, la cámara amaba a Jerry y nosotros también.

Quién no recordará la parodia de la máquina de escribir, o las preocupaciones de un desafortunado botones de hotel o su peculiar interpretación de rock and roll  enRock-A-Bye Baby” (1958)

 

Había una sutil melancolía en los gestos y aspiraciones de Jerry por hacerse un lugar en la vida, porque en cierto modo eran idénticas a las nuestras y por ese motivo deseábamos que triunfara, que lo hiciera por nosotros para darnos un atisbo de esperanza. Si alguien como él podía lograrlo, nosotros también lo conseguiríamos.

Las glamurosas parejas de la época nos dieron una idea de lo importante que es conservar los buenos amigos. Martin y Jerry superaron sus diferencias en un emotivo reencuentro en las Vegas. Y todo esto nos recuerda que después de la fama o el dinero, lo que verdaderamente cuenta es la amistad, el cariño y todo el humor que compartimos mientras aún estábamos vivos.

 

by Manuel Julián

SITGES INFOGUÍA MAGAZINE nº 148 octubre 2017