“De vez en cuando di la verdad para que te crean cuando mientes”.

Jules Renard (1864-1910) Escritor y dramaturgo francés.

 

 

Soy de una época en la que solo había dos opciones: la verdad o la mentira, porque las “mentiras piadosas” continuaban siendo eso, mentiras.

Quizá los conceptos más innovadores sobre ética moral pondrían hoy en ridículo la manera de pensar de entonces. A pesar de ello, en estos momentos existe una gran confusión sobre lo que está bien o está mal y viceversa. Algunas cosas que antes nos escandalizaban, ahora nos divierten, o como justifican los antropólogos sociales, todo se debe a que hemos evolucionado, y es cierto que todo cambia con el tiempo, pero nuestras tristezas y temores son los mismos de siempre.

Uno de esos antiguos temores es el de decir la verdad, o más bien a las consecuencias de ser sinceros. Por ello se han reinventado nuevas formas de mentir y hacerlo con elegancia.

Durante este mes de diciembre, la R.A.E incluye una nueva voz o neologismo conocido como posverdad, [post-truth diccionario OXFORD de 2016]. Para explicarlo de manera sencilla, el periódico The Economist dijo: “La clave no es que sea cierto, sino que ‘se sienta cierto’”.

De manera que la posverdad puede ser una gran mentira que resulta convincente porque no apela a la razón, sino a los sentimientos. Algo así como que sabes con toda seguridad que es mentira pero que a pesar de ello prefieres aceptarlo.

Esta nueva técnica de manipulación en la que se subvierte la verdad mediante recurrir a las emociones es una eficaz herramienta de coacción moral o chantaje emocional. Lo más curioso del caso ha sido la forma extendida en la que los medios de difusión la han empleado para divulgar sus noticias. Hay muchos ejemplos sobre el denominado “Fake News”, Noticias falsas o paparruchas. Sucesos históricos o contemporáneos que venían envueltos con una gruesa capa de engaños deliberados y falsedades. Mentiras en las que muchos desean creer porque resultan afines a sus prejuicios o propósitos.

LA DEFINICIÓN DE POSVERDAD

El término posverdad es en cierto modo lo contrario al sentido común, algunos definen este concepto como una mentira emotiva que puede influenciar en la opinión pública sin importar si se ajusta o no a la verdad. Como esta nueva realidad paralela o seudoficción se corresponde con el sentimiento, deseos y expectativas de la gente en general, es aceptada sin importar que todo sea una farsa. Las imágenes manipuladas o fuera de contexto, las nuevas consignas no contrastadas y el mensaje subliminal, se ramifican sobre la verdad hasta ahogarla.

¿No os habéis tropezado más de una vez en las redes sociales con noticias de dudosa procedencia que afirman que cierto personaje público o famoso ha fallecido en extrañas circunstancias? Quizá alguien que no despierta demasiada simpatía y al que muchos les gustaría que ya estuviese criando malvas. La noticia vierte toda clase de detalles sobre lo que fueron las rutinas de la víctima en sus últimos momentos y van acompañadas de imágenes. Cientos, miles de personas comparten y comentan el suceso mientras aún está fresco, para después descubrir que han sido cómplices de una mentira, porque como dice la canción; “no estaba muerto, estaba de parranda”

Se ha dicho que el éxito en las elecciones a la actual presidencia de los Estados Unidos no fue el resultado en el recuento de votos, sino las supersticiones, los prejuicios, el auge de toda clase de teorías sobre “La Conspiración” e incluso las creencias personales. Un gran cúmulo de decepciones, incertidumbres y otras emociones que hicieron hervir las redes sociales fueron aprovechadas por los medios de difusión para conducir a las masas en la dirección deseada, jugando  un papel decisivo en el pulsómetro de la candidatura republicana.

Los más incrédulos sostienen que no hay verdades absolutas y que todo en esta vida es relativo. Para muchos, mentir es tan sencillo como respirar, han dotado y revestido sus mentiras de tanta naturalidad y realismo, que ellos mismos acaban absorbidos por esta nueva versión de la realidad, un recurso inocente e inofensivo, algo que lamentablemente, acaba describiendo la hipérbole de un arriesgado efecto bumerang. Las mentiras regresan para golpearnos y cobrar su precio, muchas veces erosionando las relaciones, alimentando asfixiantes climas de desconfianza o insensibilizando la conciencia de sus usuarios hasta cauterizarla.

Este nuevo lenguaje, elegante y actual nos ofrece algunas fórmulas para maquillar la realidad con palabras que puedan justificar o suavizar sus efectos. Posverdad cuando hablamos de mentiras disfrazadas, de cuestionable naturaleza y oscuros propósitos y que son el embrión del escepticismo.

No hay peor creyente que el que ha sido engañado, la decepción no le permite creer en nada ni confiar en nadie. Quizá por una primigenia necesidad de proteger sus sentimientos. Y es entonces cuando se produce el fenómeno de la desubicación temporal, el extravío de no saber qué pasará y temer siempre lo peor.

Vivimos en una sociedad moderna y al mismo tiempo enferma de mentiras. En la que las personas renuncian a ser sinceras y abrir su corazón, para no mostrarse vulnerables. En medio de ese caos de individuos con desdoblamiento de personalidad que creen y defienden sus propias fantasías, nos encontramos todos nosotros con nuestra necesidad de confiar y esperar lo mejor de los demás sin parecer unos ingenuos.

Un antiguo proverbio judío dice que “una mentira puede llevarte muy lejos, pero sin esperanza de regreso”

La mentira puede conducir al que la practica asiduamente a un punto de no retorno, a una situación en la que ya sea demasiado tarde. Por ello independientemente del esnobismo del lenguaje, no nos intoxiquemos con este tipo de tendencias y decidamos ser honestos. El mundo podría ser un lugar más agradable, y nosotros dormiríamos mejor.

 

by Manuel Julián

INFOGUIA SITGES MAGAZINE Nº 150 / DICIEMBRE 2017