Hay muchas historias por escribir. Sucesos que se entrelazan en nuestras rutinas y cuyos protagonistas son personas anónimas, perfectos desconocidos que caminan entre nosotros sabedores de que poseen un gran relato que contar. Es su íntimo deseo pasar desapercibidos y si les conociéramos, probablemente cambiaría nuestra percepción de la vida. Si tuviésemos la oportunidad de escucharles, no quedaríamos indiferentes, porque pocas cosas nos enriquecen tanto como la historia. Relatos basados en sucesos reales o lo que queda de ellos en el recuerdo de hombres y mujeres de otras épocas, a través de la memoria de los que la vivieron.

Algunos, sin embargo, experimentaron apasionantes vivencias que forman parte de otras historias mayores, como por ejemplo: “El amor en tiempos de guerra”, agudos contrastes que nos hacen cuestionar qué es lo más importante: la supervivencia del amor o simplemente salvar el pellejo.

La venta de novela histórica está experimentando un nuevo auge. Biografías, sucesos relevantes que configuran un mapa cronológico de vivencias, en ocasiones desconocidas. De hemerotecas y testimonios relatados con la voluntad de superar el miedo al paso del tiempo y la erosión de los días. De darnos motivos en los que apoyarnos y el coraje necesario para superar las difíciles pruebas de lo cotidiano.

En estos momentos, los Best Sellers más leídos son del género de novela histórica y adornados con atractivos argumentos al puro estilo de Dan Brown en El Código Da Vinci o  La Columna de Fuego de Ken Follet. A pesar de las licencias personales del narrador y su libertad para comunicar los detalles descriptivos de su obra, el mero hecho de identificar el tiempo en que se desarrolla la trama, es en sí mismo emocionante.

La lista de FNAC con los 100 libros más vendidos en las últimas semanas está encabezada por los títulos de contenido histórico como el sugerente: “Azul de Media Noche”, de Simeone Van Der Vlugt (un viaje a Holanda durante el siglo XVII).

Hay otras listas de recomendaciones como las que sugieren un determinado número de lecturas antes de morir, y estas también se inician con el género de novela histórica. Según el ‘Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros’ elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), el 55% de la población mayor de 14 años se declara lectora frecuente u ocasional, y el género más solicitado es el histórico.

En una entrevista a la escritora

Ángeles de Irisarri (Zaragoza, 1947) autora de una trilogía sobre la vida de Isabel la Católica, se le preguntó:

¿Por qué tiene éxito la novela histórica?

Su respuesta para El País fue:

“Cada vez se estudia menos historia, pero la gente quiere saber. La novela histórica gusta porque queremos conocer nuestra raíces.”

En esta misma línea argumental, Luis Goytisolo apunta en su libro: “Naturaleza de la novela” a que el éxito del género se debe al desconocimiento sobre historia  de las jóvenes generaciones, ya que ni siquiera se incluye como asignatura en los institutos. Y por otro lado se introduce en este género otro factor, un elemento psicológico, que es la incertidumbre sobre el porvenir y que justificaría este tipo de pasión consumidora, todo ello dentro de un contexto de crisis económica y crispación política y social. Como mostró la memoria del holocausto: “Quien olvida la historia, está condenado a repetirla”. El controvertido escritor Arturo Pérez-Reverte declaró recientemente: “La novela histórica te ayuda a estar prevenido” y esta reflexión es muy abarcadora.

Leer es espiritualmente enriquecedor y leer sobre historia lo es el doble, sin embargo algunos confunden una novela histórica con un libro de historia. Por ejemplo: HISLIBRIS, el portal interactivo sobre lecturas comentadas propone una diferencia entre “Libros de historia y libros con historia.

Un relato de ficción ambientado en otra época, necesita rigor y exactitud para no ser desdeñado inmediatamente, pero esto no significa que se deban exponer los hechos en orden cronológico ni recargar el ritmo narrativo con una  abundancia de detalles históricos que nos hagan divagar flotando a la deriva sin conducirnos a ninguna parte.

Una línea de tiempo describe un vector separado por fechas y una breve reseña de acontecimientos, sin embargo, un relato histórico no necesariamente precisa convertirse en una aburrida línea de sucesos transcendentales.

Los detalles históricos refuerzan la cohesión del relato y añaden verosimilitud, pero abusar de ellos desvía la atención y confunden al lector que intenta retomar el hilo de la narración.

A la hora de escribir novela histórica, algunos caen en el error de adaptar o adecuar la propia historia al relato, cuando debería ser el relato quien se adapte a la realidad histórica; en cuanto a fechas, personas, sucesos y lugares, la ficción trata muchas veces con falta de respeto el registro histórico. Una tendencia que vemos también con demasiada frecuencia en las películas.

A pesar de ello, y tomando en cuenta las nuevas tendencias, si estos días buscas un buen regalo para tí o para tus seres queridos, regala cultura, regala libros, deja descansar los bombones y videojuegos y date una vuelta por la sección de novela histórica.

by Manuel Julián

SITGES INFOGUÍA MAGAZINE n°151 pág. 24